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Relato: Más difícil será eliminar la suciedad

—Mari, céntrate, por favor. ¿Qué dice el artículo?

Julián, con la cara vuelta hacia arriba, examina la rejilla de la campana extractora. Las gotas de grasa se acumulan por toda la superficie. Es una grasa extraña, de un color que nunca ha visto. No se atreve a tocarla. Ni por asomo.

—A ver. —Mari se ajusta las gafas sobre la nariz, pasa el dedo por el iPad y lee—. Cuanto más tardes en limpiar este asunto doméstico, más difícil será eliminar la suciedad. Para quitar la grasa, la parte más complicada, existe una técnica muy eficaz que dejará como nueva la campana extractora. 

La pálida luz parpadea varias veces en la vieja cocina. Mari mira hacia arriba, a la bombilla desnuda que pende de un cable retorcido como el tendón de un animal, mientras Julián frunce el ceño.

—Asco de casa rural —farfulla él.

—¿Vale ya, ¿no? Hemos venido hasta aquí para limpiar los chakras. Lejos de la ciudad, del ruido y de los problemas del trabajo.

—Lo que tú digas, pero antes hay que limpiar esta asquerosidad de la campana. Me niego a hacer la cena con esto encima. 

Mientras Mari vuelve la atención al iPad, Julián ojea los agrietados azulejos de la cocina. No se había fijado hasta ese momento, pero las juntas también acumulan un fluido glutinoso y oscuro. Y la luz apenas llega a los rincones de la cocina, donde imagina inmundicias sin nombre. Un escalofrío le recorre la espalda. 

—¿Cómo dices que encontraste esta casa?

—Un momento —corta Mari, concentrada en el espectral brillo de la pantalla del iPad—. Mira, esto dice: ablanda la grasa con una mezcla infalible de ingredientes que seguro ya tienes en casa. Pon en el fuego una olla con agua, bicarbonato de sodio y el zumo de dos limones. 

—¿Qué narices han cocinado aquí que suelta tanta mierda?

—¿Me has oído, cari?

Julián parpadea y aparta la mirada de la pared rezumante. Un sonido profundo, como una respiración gutural, ulula en el respiradero de la campana extractora. El vello de la nuca se le eriza.

—¿Qué ha sido eso?

—El viento de la sierra, supongo… —titubea Mari—. A ver, necesitamos bicarbonato de sodio y limones. 

—Claro, nunca salgo de casa sin ellos. 

—Vale ya, ¿no?

—Está bien —murmura Julián con una sonrisa nerviosa—. Me pongo a limpiar el chakra de la rejilla-sin-mácula, manipura chikipán

—Eres insoportable.

Mari niega con la cabeza y sale de la lóbrega cocina, dejándolo a solas y en silencio. La distancia física que ahora los separa le recuerda el distanciamiento emocional entre ambos. 

«Venir aquí ha sido una idea de mierda —piensa Julián—. Esto no hay quién lo solucione. En fin, a ver si encuentro algo con qué limpiar».

Junto a la campana extractora cuelga un armario de pared. Julián quiere abrirlo, pero da un respingo cuando roza los tiradores. Un fluido viscoso se ha pegado a sus dedos y forma hilos cuando los separa. Arruga la nariz y huele el gelatinoso humor.

No es grasa, es otra cosa. No sabría definirla. Una repugnante mezcla de cera de oídos con mocos. Y apesta a podrido. En su vida ha percibido algo así. Arruga el labio superior y se limpia los dedos con un trapo que cuelga del pomo de la churretosa puerta del horno.

—Mari.

Ella no responde. 

Algo rasca el tejado y Julián se queda sin aire. Al llegar vio el gigantesco y anudado tejo que se cierne sobre la casa, y supone que el viento mueve las ramas. Sin embargo, siente un miedo repentino. 

—¿Mari? 

Presta atención. Una tubería se lamenta a lo lejos, seguida del llanto del agua corriente. «Mucha ecología, pero tu duchita no la perdonas», se dice con amargura. 

Julián intenta alejar el miedo pensando en sus miserias cotidianas. En la incompetencia de su jefe, en las rencillas con sus compañeros de oficina, en la forma en que Mari espachurra los tubos de pasta dentífrica. Piensa en cómo ella elude hablar de la mancha que los separa cada día más. ¿Hace cuánto tiempo que no se sienten bien juntos?

Julián sale del aturdimiento y utiliza el trapo, que huele a medievo, para abrir el armario de pared. Está vacío, cubierto por una película de porquería, salvo por un tarro lleno de algo extraño. En la mitad superior es como un agua sucia y terrosa, en la mitad inferior es como un miasma parduzco. 

—Qué puto asco. —Su propia voz le sorprende. 

La campana extractora vuelve a ulular, los rasguños resuenan en el tejado, la tubería gimotea en las entrañas de la casa. 

Julián respira más deprisa, pero siente la necesidad de acercarse al bote, tomarlo entre las manos y examinar el contenido. Lo agarra con el trapo y se coloca bajo la desvaída luz de la bombilla. Alrededor, la oscuridad se cierne sobre él.

Visto de cerca, el miasma tiene unos asquerosos coágulos que se mecen en el interior del fluido. Parecen vivos. Julián abre mucho los ojos y el bote se desliza entre sus manos. Revienta contra el suelo.

Los efluvios del tarro le salpican hasta la cara. Un repugnante hedor podrido le llena la boca. Julián da un paso atrás, el corazón batiendo en su pecho, hacia la penumbra. Se intenta limpiar el rostro con el trapo, pero el resultado es que se embadurna con el viscoso fluido del armario.

Una arcada le trepa por la garganta. Quiere llamar a Mari.

Un repentino estallido le arranca un gemido. La rejilla de la campana extractora se ha caído y estampado contra los fogones.

—¡Joder!

La bombilla parpadea. Julián quiere salir de ahí, la pestilencia es repulsiva. Da un paso atrás, hacia la puerta de la cocina, hundiéndose más en las tinieblas. En ese momento, un fluido inmundo chorrea desde la campana extractora, que empieza a aullar.

Julián retrocede un paso más.

Una mugrienta forma carnosa, una especie de gigantesco gusano con ventosas, emerge de la campana. Emite un sonido pegajoso cuando se retuerce y gira sobre sí mismo en el aire. Apunta en dirección a Julián.

Él se queda helado, paralizado por el horror. 

El aullido suena ahora más fuerte. Mientras más gigantescos tentáculos brotan de la campana, el líquido viscoso fluye por el suelo y se acerca a los pies de Julián, que siente un nudo en la garganta. 

Por alguna incognoscible razón, antes de que los tentáculos atrapen su cuerpo, Julián recuerda las palabras de Mari: «cuanto más tardes en limpiar este asunto doméstico, más difícil será eliminar la suciedad». 


Este relato es una respuesta al segundo ejercicio del curso de Narrativa I de Caja de Letras: escribir un relato basado en una noticia extraña que salga en prensa y lograr que sea verosímil. 

Cómo evitar un gran error al planificar un proyecto y el progreso en la semana 6

Es normal cometer errores al planificar un proyecto creativo con la complejidad de una novela de fantasía de más de 100.000 palabras. Elaborar un plan detallado con los objetivos, las tareas y los resultados clave para un producto que depende, entre otras cosas, de la creatividad es… ¿complejo?

En la entrada de hoy comparto contigo el error de principiante que he cometido y que ha supuesto un retraso de, al menos, dos meses en El sueño de la montaña roja. Y como es un error que podemos cometer al planificar un proyecto de cualquier tipo, te cuento mi solución. Quédate, que merece la pena.

Pero antes, el estado del proyecto:

planificar un proyecto

Un proyecto bien planificado consigue su objetivo en el plazo propuesto, con los recursos adecuados, conforme al plan establecido y con la calidad prevista. Traducido al universo de una obra de ficción: publicas en el año que quieres, no liando a demasiados lectores beta e ilustradores (ni volviendo loca a tu editora) y sin cambiar 3 veces de trama para confusión general de todo el mundo.

Como resultado, el objeto final, el libro, está bien maquetado, carece de erratas y se puede leer además de comprar. No es coña, he leído premios Planeta con más erratas que mis ejercicios de lengua de la EGB. Es como si te compras un yogur caducado o una camiseta con agujeros.

El principal error al planificar un proyecto

En mi experiencia, después de publicar 2 novelas y haber escrito 8 más que nunca verán la luz, el principal error al planificar un proyecto creativo es la falta de un plan de acción detallado y bien estructurado. Esto es, ponerte a escribir el texto sin antes haber trabajado concienzudamente un documento detallado que describa las tareas y las actividades que tienes por delante para convertir tu idea, personaje o inspiración en un libro publicado.

Esto es, exactamente, lo que me ha ocurrido con El sueño de la montaña roja. Llegué a la idea original, la desarrollé en un bloc de notas, la validé con cuatro personas y me puse a escribir como un poseso. Por impulso, por el gusto de concebir y de dar salida a la pulsión maníaca de persona que crea algo nuevo.

planificar un proyecto

¿Qué suelo identificar y describir en el plan de acción de una novela?

  1. Las tareas que tengo por delante, con el tiempo que me van a llevar y cómo se relacionan entre ellas. Por ejemplo, escribir el primer borrador es una tarea que me puede llevar 2 meses. Antes tengo que haber creado la estructura de la historia, que me puede llevar 2 o 3 semanas. La definición de los personajes puede ocuparme un mes. El desarrollo de la idea, unas semanas. La documentación, un tiempo infinito. Y así sucesivamente.
  2. La secuencia de las tareas. En qué orden me pongo con cada tarea de la planificación del proyecto. Antes del primer borrador necesito la estructura. Antes de la estructura, los personajes. Antes de los personajes toca la premisa, antes la idea, etc. Esto parece de Perogrullo, pero si me pongo a escribir como loco porque creo que la idea es brillante pero antes no he desarrollado bien los personajes o la trama es una vaga idea que espero inventarme conforme escriba… Se viene un fail épico. Y tocará reescribir MUCHO.
  3. La estimación de los plazos. Con todo lo anterior en la cabeza, me pongo a estimar los plazos de trabajo en función del tiempo disponible. Primero, porque el proyecto de El sueño de la montaña roja es algo que creo en mis horas de tiempo personal, así que tengo que medir bien cada minuto. Segundo, porque la creación no es una ciencia exacta. A veces estás cansado, bloqueado, te apetece matar orcos en una partida de Dungeons Universalis o tienes la cabeza tan rota que lo mejor que puedes hacer es irte a un concierto de death metal.
  4. Las responsabilidades. Escribir es una actividad solitaria. Publicar un libro es un enorme esfuerzo colectivo. Del autor, del maquetador, la editora, el corrector, la ilustradora, el de comunicación, los lectores beta, tu madre, la mascota y los amigos que dejas de ver porque te has convertido en una persona obsesiva. En el plan de acción suelo repartir las responsabilidades entre los profesionales con los que colaboro. De esta forma, podemos coordinar mejor nuestras respectivas tareas, plazos y recompensas emocionales y económicas. Por ejemplo, en El sueño de la montaña roja cuento con la colaboración de Irene Pin y en esta entrada te pongo un ejemplo de cómo trabajamos.
  5. El control de calidad. Que parece una tontería, pero no lo es. Quieres asegurarte de que los lectores tienen una experiencia de lectura única. Y para eso están todos los profesionales del punto anterior. Por ejemplo, conviene detallar los plazos que van a tener tus lectores beta, así como la forma en que vas a premiarles y el criterio que deben aplicar cuando te lean. Y tienes que reservarte tiempo, mucho tiempo, para revisar el manuscrito y las pruebas de imprenta tantas veces como sea necesario. Con un método, claro.

Como puedes comprobar, planificar un proyecto creativo de la magnitud de una novela de fantasía de más de 100.000 palabras tiene su complejidad si quieres hacerlo bien o tienes los mismos problemas organizativos que yo: falta de tiempo, distracciones o un trabajo absorbente.

planificar un proyecto

Estado del proyecto en la semana 6

Dicho lo cual, ya sabes qué ha pasado con El sueño de la montaña roja durante los últimos días. Dediqué la semana pasada a dar un paso atrás, revisé por completo el plan de acción y entré en detalles. Muy en detalles, porque había un montón de actividades por definir, herramientas con las que trabajar, ideas que desarrollar y notas que reescribir.

Así que he actualizado los objetivos, las tareas y los resultados clave para poder publicar la novela cuando quiero. Y puede que hable de ello la próxima semana. O no.

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El tipo de la cara quemada, caracterización y el proyecto en la semana 5

¿Qué pensarías si te cruzas por la calle con un tipo con media cara quemada, el ceño fruncido, imponente y con un espadón a la espalda? Buena caracterización, primo… Mientras te largas a toda leche.

La semana pasada estuve trabajando en los atributos peculiares de los personajes de nuestra novela de fantasía épica. Y aprendí algunas cosas que sirven para otros asuntos de la vida gracias al equipo de Caja de Letras, que me dejó participar en un webinar sobre caracterización.

También ocurrieron avances en la estructura del libro.

Pero antes, el estado del proyecto:

Reflexionando sobre la caracterización de los personajes que pueblan El sueño de la Montaña Roja no he dejado de pensar en Sandor Clegane, el Perro de Canción de Hielo y Fuego. George RR Martin es un gran caracterizador y la adaptación de sus personajes en la serie de Juego de Tronos es memorable.

Imagino que has leído el primer libro de la saga y visto la serie. En caso contrario, ¿a qué esperas? Entramos en harina.

La caracterización de Clegane

Esta es la primera caracterización de Sandor Clegane, al principio del primer capítulo de Eddard Stark, al comienzo del libro Juego de tronos:

Allí estaba Ser Jaime Lannister, de cabellos tan brillantes como el oro batido, y Sandor Clegane, con el espantoso rostro quemado.

Aquí yo ya estoy con la mosca pensando en quién es este tipo y porqué tiene el rostro quemado. Vuelve a aparecer unas 30 páginas más tarde, en el primer capítulo de Arya:

—¿Entrenas mujeres? —preguntó el hombre de las quemaduras.
Tenía la musculatura de un toro.
—Entreno caballeros —replicó Ser Rodrik con mordacidad—. Pelearán con acero cuando estén preparados. Cuando tengan edad suficiente.
—¿Cuántos años tienes, chico? —preguntó el hombre de las quemaduras a Robb mientras lo miraba.
—Catorce.
—Yo maté a un hombre cuando tenía doce años. Y no fue con una espada embotada, de eso puedes estar seguro.

El hombre de las quemaduras (¿cómo se quemó?), con la musculatura de un toro, un fulano que mira fijamente y que cuando habla no tiene miedo de exponer sus actos del pasado, por terribles que sean. No sé si Sandor me gusta o me asusta, pero quiero saber más sobre él.

La caracterización de Sandor Clegane en la serie de Juego de Tronos.

Un poco más tarde, en el primer capítulo de Tyrion, aprendemos más cosas sobre Sandor:

Le llegó la voz áspera de Sandor Clegane.
—Lo que le está costando morir a ese crío. Ya se podría dar más prisa.
Tyrion miró abajo y vio al Perro de pie junto a Joffrey.

Clegane proyectaba una sombra alargada sobre la tierra dura mientras su escudero le ponía el yelmo.
—Si lo deseas puedo silenciar a esa bestia —dijo a través del visor abierto.
El escudero le puso la espada larga en la mano. Clegane la sopesó y la probó blandiéndola en el aire frío de la mañana.

Así que este señor Sandor tiene la voz áspera y le llaman el Perro, maneja la espada. ¿Por qué? ¿Qué ha hecho? Unos párrafos después:

Se giró y se topó con Clegane, que se alzaba ante él tan imponente como una montaña. Su armadura negra como el carbón tapaba el sol. Se había bajado el visor del yelmo, que reproducía la cara enfurecida de un sabueso negro; daba miedo mirarlo. Pero a Tyrion siempre le había parecido que tenía mejor aspecto que la cara terriblemente quemada de Clegane.

Dedicó un saludo automático a Clegane y se alejó silbando, a toda la velocidad que le permitían sus piernas atrofiadas. Sentía compasión por el primer caballero que pusiera a prueba la paciencia del Perro aquel día. Tenía muy mal genio.

Con qué poquito, en distintas escenas, como sin esfuerzo, Martin nos va presentando a un personaje desde diferentes ángulos pero que es temible, violento, siniestro, enorme, temperamental…

Sandor interpretado por el escocés Rory McCann.

Las 5 razones de esta efectiva caracterización

Creo que la caracterización de Sandor Clegane, en estas primeras escenas de Juego de tronos, es más que efectiva porque:

  1. Diferencia perfectamente a Sandor del resto de personajes.
  2. Lo reconoces de inmediato, ya sea por la cara quemada, por la presencia que asusta a los demás personajes o por el detalle del yelmo de sabueso negro.
  3. La visualización de semejante tipo es muy accesible en base a la información que nos proporciona el texto: acojona.
  4. El uso de sus parlamentos es efectivo, en tanto que revela ángulos de su personalidad: no tiene ni piedad ni remordimientos, entre otras cosas.
  5. Y sus primeros actos son definitorios, tanto de su profesión como de sus valores morales.

Creo que estos pequeños actos de caracterización de un personaje secundario están muy logrados y cumplen con su función con creces. ¿No te parece? ¿Y qué opinas del Perro, por cierto? Es uno de mis favoritos de esta saga.

El estado del proyecto

Y ahora la puesta al día del estado del proyecto en la semana 5. Ocurrieron avances en la estructura del libro.

Estuve, entre otras cosas, trabajando en definir mejor el conflicto central de la historia. Puliendo la confrontación nuclear entre los personajes que pueblan El sueño de la Montaña Roja. Dicho de otro modo, aclaré el objetivo que persiguen los personajes y especulé en cómo se podrían dar garrotazos verbales y físicos para conseguirlo.

Este proceso de pulido, un trabajo entre creativo e ingenieril, me dejó unas cuantas ideas que cayeron en el saco de la estructura del libro. Una escena clave aquí, un giro de la trama allá, una secuela menor que habrá que magnificar para que tenga un poquito de profundidad.

Dicho en román paladín, el satisfactorio pero rutinario trabajo de creación del segundo esquema del libro. Porque sí, durante la semana pasada me cargué el primer borrador y decidí empezar de cero.

Pero de eso hablaremos la próxima semana. O no.

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Identidad visual del libro y el estado del proyecto en la semana 4

Se vienen cositas. Provechosa semana dedicada a la construcción del mundo narrativo, a la estructura de la novela de fantasía épica y a la identidad visual del proyecto. Los escritores tenemos el particular vicio de creer que nuestras palabras son lo más importante del libro. Nada más lejos de la realidad: un manuscrito no es un libro. Y en esta entrada comparto porqué.

Pero antes, el estado del proyecto:

identidad visual

Una persona teclea una historia en un manuscrito.

Un manuscrito es un montón de texto corrido en un formato espantoso y poco amigable de leer en una pantalla digital. No es un libro.

Un libro es un objeto mucho más complejo. Un objeto físico, un producto comercial y una obra de arte. Como tal, las palabras que esa persona concibió son manchas de tinta sobre papel. Nada más. Una pequeña porción del libro.

Un libro tiene una maqueta que estructura, ordena y jerarquiza el contenido escrito y VISUAL. Un libro tiene una cubierta, un lomo y una contracubierta.

¿Qué es lo primero que ves de un libro?

Exacto, no es el texto.

La importancia de la identidad visual

La identidad visual de un libro es muy importante para que sea atractivo para los lectores como nosotros. Podríamos divagar horas sobre esto. Te comparto solo 4 razones, aunque seguro que a ti se te ocurren más:

  1. Ayuda a establecer la personalidad y el tono del libro.
  2. Facilita la diferenciación del libro en una librería.
  3. Aumenta la atractivo del libro.
  4. Fortalece la marca y la reputación del autor.

Por eso quiero que este proyecto creativo sea algo más que una novela de fantasía épica. Me imagino una experiencia algo más compleja, más estética, sin llegar a ser una novela gráfica, pero con un no se qué, qué se yo, que te deje pensando.

Trabajando en la identidad visual

Tengo la suerte de contar en el equipo creativo con una gran artista: Irene Pin. Hace unas semanas que tuvimos la sesión de puesta en marcha de la identidad visual de El sueño de la montaña roja y el resto de la potencial saga, si es que este libro se vende como esperamos.

En dicha sesión vimos algunos ejemplos de inspiración. Primero unos muy tradicionales, pero que cumplen con los 4 puntos de arriba:

Y luego otros menos tradicionales, minimalistas, que nos gustaron mucho:

Lo cierto es que Irene y yo podríamos estar semanas mirando cubiertas, abriendo libros, ojeando lomos en estanterías, discutiendo estilos, tonos, formas… Pero esto no es una tertulia, es un proyecto, así que queremos resultados.

Además de ver ejemplos, en la sesión hicimos una lluvia de ideas y pusimos sobre la mesa el tema, el concepto, los personajes principales, las localizaciones, la trama y un montón de cosas más. Es genial cuando tu compinche no solo entiende tus ideas si no que las mejora. Mucho.

De aquella sesión salimos con una decisión clave:

Primero abordaremos la identidad visual del concepto general de la saga. La esencia desde la cual nacen el resto de elementos narrativos y creativos del proyecto. Y con ese diseño claro, desarrollaremos el resto.

La siguiente imagen es un primer boceto muy esquemático (e inicial) del concepto de la saga. El trabajo de conceptualización de Irene es increíble:

¿Qué te parece? Estoy deseando descubrir cómo Irene desarrolla este diseño.

Otras actividades del proyecto

Como te conté más arriba, la semana dio para más actividades. Dediqué tiempo a la construcción del mundo narrativo y a la estructura de esta novela de fantasía épica. Nada reseñable más allá de los trabajos habituales de creación de la mitología (una de ellas) y de la estructuración del libro en 4 partes.

Esto quiere decir que el ritmo de escritura del primer borrador va más despacio de lo que me gustaría, pero con paso firme. Quizá te cuente más sobre esto la próxima semana. O no.

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De Sanderson, los dioses y el estado del proyecto en la semana 3

Ha sido una semana fascinante, ya verás. Con un avance en la construcción del mundo narrativo, el worldbuilding, y un inesperado trabajo de comunidad (muy grato). Y como guinda al pastel, una derrota en el progreso del primer borrador de El sueño de la Montaña Roja. ¿Y eso? Sigue leyendo.

Ah, por cierto, hablaré del Cosmere y de Brandon Sanderson, pero mejor te lo explico en detalle, porque esto tiene miga y relleno.

Antes, el estado del proyecto:

¿Avance? en worldbuilding

Retomo el hilo de la semana pasada porque de hilos quiero hablar. Y trataré 3 asuntos diferenciados pero unidos.

1. El principio vertebrador

Primero, una curiosa reflexión surgida durante la construcción del mundo narrativo de este proyecto de fantasía épica llamado El sueño de la Montaña Roja. Un trabajo duro pero que ha dado sus frutos.

Rebobino: durante la semana anterior aprendí que es bueno detallar bien cualquier elemento del mundo en construcción y conectarlo con el resto. No dejarlo al azar o al ingenio durante el proceso de escritura. El objetivo es evitar un montón de tiempo de reescritura.

Que conste que no pretendo limitar la creatividad, que suele producir ideas muy guapas en plena faena. Solo poner un poco de orden, estructura y sentido.

¿Para qué? Para asegurar que el mundo narrativo tiene consistencia, genera conflicto a los personajes y ellos mismos son coherentes con el entorno ficticio por el que transitan con sus penas y glorias. Que parezca real, vaya.

En este sentido, he querido dar un gigantesco paso atrás. Hasta el origen de los tiempos, en realidad. Y al principio que vertebra la historia que quiero contar en el universo de La montaña roja. No me pongo intensito, lo prometo. Solo un poco cósmico. Hablamos de creación, al fin y al cabo. ¿O no?

2. De dioses y Sandersons

Lo que me lleva al segundo asunto. Imagina que te quiero contar una historia donde:

  1. Defiendo los postulados del idealismo filosófico (estúpido y sexy Platón)
  2. Creo en un dios (o muchos)
  3. Creo en un alma inmortal (frente a la materialidad de la existencia)
  4. Ergo: la religión es fundamental para mi historia…

El origen del mundo ficticio en el que transcurre la trama será inevitablemente creacionista.

Por ejemplo, el mormón más conocido de la literatura fantástica: Brandon Sanderson. El Cosmere es un universo ficticio donde ocurren varios muchos de sus ciclópeos libros. Estos productos comparten una misma cosmología y unas reglas de magia por debajo, así como algunos personajes que van de aquí para allá saltando por los planetas.

El mito de la creación compartido de este universo narrativo (sin entrar en muchos detalles) gira entorno a Adonalsium, el poder de la creación. Es un ser o fuerza misteriosa del que deriva lo demás. No está claro si este término se refiere a un nombre o a un título.

Lo habitual es que Adonalsium sea considerado como una entidad divina, responsable de la creación del Cosmere.

¡Vaya por dios! ¡Con la iglesia hemos dado, Sancho! Para que luego me digan que no, que la religión de Sanderson no afecta a su obra (exquisitamente narrada, por cierto). Que no introduce sus principios y revelaciones cristianas en los libros.

Esto no es una crítica al autor, que conste, es una exposición sobre sus principios.

Y me pregunto, al margen de Sanderson: ¿Qué fue de otras formas de creación más científicas? ¿Del big bang, de Fred Hoyle, del segundo principio de la termodinámica o del problema de la causalidad?

¿Y qué tal el budismo, por no perder el misticismo, que tiene una concepción del universo en el cual no existe un evento de creación? Ahí te dejo la idea.

SPOILER ALERT: Para definir el origen del universo de El sueño de la Montaña Roja he utilizado otros principios filosóficos. Y esta decisión narrativa afectará a todo lo que viene después. Se vienen cositas.

3. Worldbuilding: el hilo que enlaza con la comunidad

Vamos con el tercer asunto. Estas y otras fabulosas reflexiones sobre la construcción de mundos narrativos, el dichoso worldbuilding, me llevaron a profundizar también en una de mis sagas favoritas: El señor de los anillos.

El asunto de investigar se fue de madre y derivó este loquísimo hilo de Twitter:

El hilo es una auténtica fantasía que me llevó unas 4 horas de trabajo. Te va a gustar, échale un vistazo. Seguro que compartes alguna de las ideas locas que dejo.

Consecuencia inmediata: tuve que dedicar bastante tiempo de la semana a la gestión de la comunidad. Que es pequeñita (por ahora), pero es una actividad adictiva que me encanta. Generar conversaciones, interacciones y contenido, yatusabeh.

A pesar de lo cual, he avanzado bastante en la conceptualización del mundo narrativo. Tengo un montón de notas.

Un paso atrás, dos adelante

Todos estos trabajos anteriores y el período de reflexión han provocado lo siguiente:

He fulminado 8 escenas del primer borrador. Sin piedad.

¿Para que reescribir, si es mejor empezar de cero?

En fin, manías de gente que escribe.

Pero estoy convencido de que es una buena decisión, porque las 8 escenas sufrían el mismo problema: falta de consistencia en el mundo narrativo. Y otra cosa muy importante, un exceso de acción que nacía de la estructura y no de los personajes… Pero eso es un melón que abriremos otro día.

Así que después de darle al delete estuve trabando en el esquema narrativo de las susodichas escenas y en un par de pruebas de escritura. Por el momento, estoy satisfecho.

¿La semana que viene? Ya veremos.

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Revelación de worldbuilding + Estado del proyecto Semana 2

La semana pasada tuve dos revelaciones mientras trabajaba en el manuscrito de La montaña roja (título provisional). Ambas son relevantes para el proceso de escritura de la novela pero la segunda ha cambiado por completo mi aproximación a esta historia de fantasía épica.

Pero antes, el estado del proyecto:

Pre-revelación

La primera revelación tiene que ver con mi propio proceso de trabajo. Por lo general, necesito mucho tiempo de calentamiento, lecturas, reflexión, exploración, creación de estructuras narrativas y personajes antes de entrar por completo en una historia. Antes de ponerme a escribir como un loco.

En esta ocasión, La montaña roja me ha sorprendido para bien. Poder viajar junto a mi familia y estar cerca del mar, en diciembre, fue clave para pasar de la fase reflexiva a la fase activa. Pillé un buen ritmo de escritura: entre 2.500 y 4.500 palabras diarias. El teclado ardía.

El ruido y la furia

El ruido y la furia, lo llamo. Estoy tan metido en el manuscrito que mi dieta se reduce a café y lo que pille. Dejo de salir a entrenar, respondo con monosílabos, empiezo a sentir dolores en las piernas, ladro y entro tan fuerte en la historia que hasta pienso en ella en sueños. No es sano, lo sé.

Es una sensación creativa fantástica, pero el ruido y la furia me conducen al agotamiento y a la pérdida de foco. Y esto es lo que ocurrió la semana pasada. Una mañana me desperté a las 4am (la hora habitual) y me senté delante del ordenador con un montón de ideas que se me caían de los dedos y unas ojeras hasta los pies.

Pensé: chico, para un momento y piensa en lo que has escrito. Estás a un paso del 50% del primer borrador del manuscrito.

Y me pegué un batacazo. La estructura de la historia estaba bien, los personajes se movían con vida (siendo mejorables), los hechos tenían el ritmo rápido que quería para la primera parte, pero no sé, Rick, parecía falso…

Me derrumbé, claro. El ruido y la furia me habían empujado a avanzar y avanzar y avanzar en la historia. A toda costa. Sin tomar perspectiva, sin conectar ideas y asegurar una coherencia completa. El manuscrito me pareció un ñordo de ñú.

Primera revelación: parar y pensar más a menudo.

Lo más gracioso del asunto es que al borrador le faltaba algo muy importante, algo que además exijo mucho cuando leo.

QUE EL MALDITO MUNDO ESTÉ BIEN CONSTRUIDO.

Worldbuilding: la revelación

La segunda revelación tiene que ver con el dichoso worldbuilding.

Me había creído que la creación y el desarrollo del mundo en el que se ocurre La montaña roja estaba atadito. Que podía trabajarlo conforme avanzaba, explorar poco a poco. Menudo tontucio, la verdad.

La realidad es que el mundo estaba bastante desatado. Tenía muchas ideas desconectadas, efectivas, impactantes, pero algo inconexas. Por ejemplo:

  • Una economía basada en la extracción, el refinamiento y la transformación de un poderoso mineral con propiedades fabulosas.
  • Una geografía concreta: el istmo del Gaznate, localizado en el extremo del mundo conocido (en la ficción). Y la misma Montaña Roja del título.
  • Una tecnología vagamente barroca pero con saltos hacia atrás.
  • Un sistema político en plena transición de un imperio decadente a una oligarquía de terratenientes e industriales.

Elementos estupendos e incluso atractivos, pero que me provocaron una sensación de inconsistencia, de falta de coherencia y de vaguedad.

¿Me sumergían en la historia? Sí.

¿Generaban conflicto a los personajes? No.

¿Eran los personajes coherentes con el mundo en el que vivían? NO.

Así que tomé muy buena nota de este asunto y dejé de aporrear al teclado (en verdad lo hago) como si la historia me hubiera poseído. Me puse a leer, a pensar y apuntar ideas en el Notion del proyecto.

Y volví a la misma fase en la que estaba al principio de esta entrada.

Segunda revelación: Detalla bien cualquier elemento del mundo en construcción y conéctalo con el resto. Te ahorrarás un montón de tiempo de reescritura.

La próxima semana quizá reflexione más sobre lo que he descubierto durante este proceso. Si te digo la verdad, depende un poco del ruido y la furia.

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