¡Hola!
Me llamo Guillermo Escribano y nací en Madrid (España) en el invierno de 1981, año en que se estrenó En busca del arca perdida. De pequeño tardé mucho en aprender a hablar, pero cuando empecé ya no me pudieron parar. Y también me costó interesarme por la lectura porque prefería estar por ahí haciendo travesuras.
Sin embargo, comencé a escribir pronto. Primero, en unas postales para contar mis peripecias veraniegas a mis padres. Más tarde, en un pequeño libro autopublicado contando unas vacaciones en la huerta de Murcia, tierra de donde viene parte de mi familia. Un ejemplar manufacturado con papel de cuaderno, escrito a mano, grapado e ilustrado por mi. Puede que algún día vea la luz.
Un impulso primordial me empujaba a poner las ideas, las emociones y las experiencias que me impactaban sobre el papel. ¿Hasta dónde me ha llevado esto? Ahora te cuento.
El primer libro que me marcó fue Las dos torres de JRR Tolkien. Vivíamos en la Sierra de Guadarrama. Era invierno, había nevado y no podía ir al colegio. La tele era un rollo y no quería hacer los deberes. Y aquel libro estaba en la estantería de mis padres, así que me lo llevé bajo la manta y me lo leí. Y no me enteré de nada.
Descubrí tres cosas que me han acompañado durante el resto de mi vida: que me encanta leer monumentales sagas de fantasía épica y que conviene empezar por el primer libro. Y que todo lo que leo me provoca una reacción inmediata: querer escribir más.
Mi adolescencia se puede resumir en muchas caídas en bicicleta y muchas caídas de mis personajes en interminables partidas de rol. Me pasaba las tardes enteras preparando aventuras, creando escenarios y volviendo a imaginar las partidas jugadas. Si hubiera escrito todo aquello…
También me hacía muchas preguntas sobre el pasado, así que estudié Historia en la Universidad de Murcia, me especialicé en arqueología medieval y estuve a punto de hacer el doctorado. Pero preferí dedicarme a viajar por ahí, adquirir experiencia y buscarme la vida en lugares como Noruega, Grecia, Inglaterra o Irlanda, dedicado a variopintas actividades.
En 2003, escribí mi primera novela. Ramas de olivo es la historia de amor entre una tímida chica de campo con poderes sobrenaturales y un misterioso extranjero que muere dos veces, ambientada en una huerta ficticia inspirada en Murcia. Nunca será publicada. Pero decidí que quería dedicarme al oficio de las letras.
En 2005, completé una novela de ciencia ficción llamada La esperanza del agua. Una historia circular ambientada en una península ibérica post-apocalíptica. La historia de un extraño pastor solitario que se encuentra con un documento secreto que explica por qué narices Madrid se llama Madcon y el mundo vive en una guerra constante por controlar el agua. Presenté la novela a varios concursos y editoriales. Sigue sin publicarse.
En 2006, le llegó el turno al Manuscrito Saldaña, la peculiar novela corta de un personaje que se inventa a sí mismo conforme avanza la narración. Y una recopilación de cuentos muy imaginativos llamada Cuentásticos.
Entre 2008 y 2015 trabajé como reportero para varios medios y empecé a crear contenido por encargo, mientras estudiaba el grado de Literatura General y Comparada de la Universidad Complutense de Madrid.
Escribí una novela negra, El juego del ladrillo, protagonizada por un duro policía en horas bajas y una chica buscavidas que se ven envueltos en una trama de corrupción urbanística. Y una serie de relatos de fantasía ambientados en una Tartessos imaginaria protagonizada por un bárbaro con mala leche llamado Garcan.
También ocurrió, en 2014, un largo manuscrito de fantasía, El velo rasgado. Una historia violenta en una era mitológica con aires romanos. El velo que separa la tierra del infierno se ha roto y los demonios campan a sus anchas. Solo la unión de cuatro ángeles puede hacer frente al peligro que se cierne sobre la humanidad.
¿El problema? Que un ángel es un borracho, otra tiene terribles ataques de ira, otro solo quiere dedicarse a la buena vida y otro es un guerrero que ha perdido el gusto por luchar. Y no se aguantan entre sí. Esta historia permanece en un disco duro.
Seguí con asuntos de romanos y en 2016 gané el Premio de novela Ciudad de Valeria con Marco Valerio debe morir. Es la historia del veterano Marco Valerio, que está cansado de la guerra en la frontera germana y quiere volver a su hogar en Hispania para reconstruir su vida y su ciudad natal. Tragedia familiar, lucha de poder e intriga política cruzan sus caminos en una crónica histórica sobre la vida en las provincias romanas.
El 2017 fue un año de reflexión y trabajé en varios manuscritos inacabados de una aventura ambientada en las cruzadas, protagonizada por la primera reina de Jerusalén y un caballero en busca de redención. No tuve suficiente energía ni creatividad como para rematar la faena. Siguen por ahí en un documento digital, a la espera de que vuelva a ellos cuando me haga viejo.
En 2018, financié la publicación de El misterio del umbral mediante una campaña de crowdfunding. Una divertida parodia de los bestseller de Dan Brown, protagonizada por un profesor de historia marxista llamado Cervantes y una católica guía turística llamada Pagano, que se ven envueltos en una loca peripecia con sectas centenarias, secretos milenarios, arte barroco y croquetas. Sigo siendo un enfermo lector del Quijote.
Un año más me uní al equipo editorial de LIBROS.COM, donde ayudo a que otros autores y autoras financien y publiquen sus obras. Y estuve trabajando en mi formación como autor mientras le daba vueltas a una pregunta: ¿Por qué dejé de escribir fantasía?
La respuesta me ha llevado dos largos años de lectura, reflexión, borradores y planificación. Y se llama La destrucción del alma. Una saga de fantasía épica que empieza por el primer libro: El sueño de la montaña roja.
En la actualidad vivo con mi pareja, he cambiado los juegos de rol por Dungeon Universalis y Warhammer 40k, corro maratones, soy vegetariano y sigo acudiendo a festivales de heavy metal.