De Sanderson, los dioses y el estado del proyecto en la semana 3

Ha sido una semana fascinante, ya verás. Con un avance en la construcción del mundo narrativo, el worldbuilding, y un inesperado trabajo de comunidad (muy grato). Y como guinda al pastel, una derrota en el progreso del primer borrador de El sueño de la Montaña Roja. ¿Y eso? Sigue leyendo.

Ah, por cierto, hablaré del Cosmere y de Brandon Sanderson, pero mejor te lo explico en detalle, porque esto tiene miga y relleno.

Antes, el estado del proyecto:

¿Avance? en worldbuilding

Retomo el hilo de la semana pasada porque de hilos quiero hablar. Y trataré 3 asuntos diferenciados pero unidos.

1. El principio vertebrador

Primero, una curiosa reflexión surgida durante la construcción del mundo narrativo de este proyecto de fantasía épica llamado El sueño de la Montaña Roja. Un trabajo duro pero que ha dado sus frutos.

Rebobino: durante la semana anterior aprendí que es bueno detallar bien cualquier elemento del mundo en construcción y conectarlo con el resto. No dejarlo al azar o al ingenio durante el proceso de escritura. El objetivo es evitar un montón de tiempo de reescritura.

Que conste que no pretendo limitar la creatividad, que suele producir ideas muy guapas en plena faena. Solo poner un poco de orden, estructura y sentido.

¿Para qué? Para asegurar que el mundo narrativo tiene consistencia, genera conflicto a los personajes y ellos mismos son coherentes con el entorno ficticio por el que transitan con sus penas y glorias. Que parezca real, vaya.

En este sentido, he querido dar un gigantesco paso atrás. Hasta el origen de los tiempos, en realidad. Y al principio que vertebra la historia que quiero contar en el universo de La montaña roja. No me pongo intensito, lo prometo. Solo un poco cósmico. Hablamos de creación, al fin y al cabo. ¿O no?

2. De dioses y Sandersons

Lo que me lleva al segundo asunto. Imagina que te quiero contar una historia donde:

  1. Defiendo los postulados del idealismo filosófico (estúpido y sexy Platón)
  2. Creo en un dios (o muchos)
  3. Creo en un alma inmortal (frente a la materialidad de la existencia)
  4. Ergo: la religión es fundamental para mi historia…

El origen del mundo ficticio en el que transcurre la trama será inevitablemente creacionista.

Por ejemplo, el mormón más conocido de la literatura fantástica: Brandon Sanderson. El Cosmere es un universo ficticio donde ocurren varios muchos de sus ciclópeos libros. Estos productos comparten una misma cosmología y unas reglas de magia por debajo, así como algunos personajes que van de aquí para allá saltando por los planetas.

El mito de la creación compartido de este universo narrativo (sin entrar en muchos detalles) gira entorno a Adonalsium, el poder de la creación. Es un ser o fuerza misteriosa del que deriva lo demás. No está claro si este término se refiere a un nombre o a un título.

Lo habitual es que Adonalsium sea considerado como una entidad divina, responsable de la creación del Cosmere.

¡Vaya por dios! ¡Con la iglesia hemos dado, Sancho! Para que luego me digan que no, que la religión de Sanderson no afecta a su obra (exquisitamente narrada, por cierto). Que no introduce sus principios y revelaciones cristianas en los libros.

Esto no es una crítica al autor, que conste, es una exposición sobre sus principios.

Y me pregunto, al margen de Sanderson: ¿Qué fue de otras formas de creación más científicas? ¿Del big bang, de Fred Hoyle, del segundo principio de la termodinámica o del problema de la causalidad?

¿Y qué tal el budismo, por no perder el misticismo, que tiene una concepción del universo en el cual no existe un evento de creación? Ahí te dejo la idea.

SPOILER ALERT: Para definir el origen del universo de El sueño de la Montaña Roja he utilizado otros principios filosóficos. Y esta decisión narrativa afectará a todo lo que viene después. Se vienen cositas.

3. Worldbuilding: el hilo que enlaza con la comunidad

Vamos con el tercer asunto. Estas y otras fabulosas reflexiones sobre la construcción de mundos narrativos, el dichoso worldbuilding, me llevaron a profundizar también en una de mis sagas favoritas: El señor de los anillos.

El asunto de investigar se fue de madre y derivó este loquísimo hilo de Twitter:

El hilo es una auténtica fantasía que me llevó unas 4 horas de trabajo. Te va a gustar, échale un vistazo. Seguro que compartes alguna de las ideas locas que dejo.

Consecuencia inmediata: tuve que dedicar bastante tiempo de la semana a la gestión de la comunidad. Que es pequeñita (por ahora), pero es una actividad adictiva que me encanta. Generar conversaciones, interacciones y contenido, yatusabeh.

A pesar de lo cual, he avanzado bastante en la conceptualización del mundo narrativo. Tengo un montón de notas.

Un paso atrás, dos adelante

Todos estos trabajos anteriores y el período de reflexión han provocado lo siguiente:

He fulminado 8 escenas del primer borrador. Sin piedad.

¿Para que reescribir, si es mejor empezar de cero?

En fin, manías de gente que escribe.

Pero estoy convencido de que es una buena decisión, porque las 8 escenas sufrían el mismo problema: falta de consistencia en el mundo narrativo. Y otra cosa muy importante, un exceso de acción que nacía de la estructura y no de los personajes… Pero eso es un melón que abriremos otro día.

Así que después de darle al delete estuve trabando en el esquema narrativo de las susodichas escenas y en un par de pruebas de escritura. Por el momento, estoy satisfecho.

¿La semana que viene? Ya veremos.

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